sábado, 23 de febrero de 2013

renacimiento y valores: libertad, igualdad y fraternidad


Esta tardía modernidad, que muchos pensamos ha entrado en contradicciones irresolubles, va viendo minada su viabilidad (política, económica y energetica) y su legitimidad. El imperio romano declino a partir de las campañas y contradicciones del emperador filosofo Marco Aurelio, aunque tardo doscientos años en verse invadida Roma por los bárbaros. La sensación de caída del modelo occidental es generalizando tanto desde el punto de vista ambiental, como psicológico, y de legitimidad de las “democracias de mercado” como gestoras del planeta.



Pero tan natural como las contradicciones y la caída de los modelos culturales, es el renacimiento desde las bases. La filosofía estoica de Marco Aurelio, sirvió de base para calentar los motores del renacimiento en las ciudades estado italianas donde la ciudadanía era una condición revolucionaria en el contexto de los viejos señoríos. Creo que algunos de los principios que alumbraron las revoluciones que dieron arranque a la edad contemporánea, aun pueden servir de inspiración para hacer renacer la modernidad de las cenizas de su negligencia.
Los lemas que enarbolaron la revolución francesa merecen al caso una reflexión. Diría yo que la libertad se convirtió paulatinamente en el valor predominante primero, y finalmente en el único. Ha dado de si varios hijos: liberalismo (derecha), libertarismo (izquierda radical), libertinajes (todos)… la igualdad fue quedando sometida a una cuestión de justicia, y la justicia a una cuestión de derecho, y el derecho a un asunto de sacerdotes que desde el legislativo o desde el judicial ejercen nuevas formas de señorío.
¿Somos iguales los Españoles? ¿somos iguales los europeos? ¿somos iguales los humanos?. Ignominiosa pregunta la de la igualdad. La modernidad solo ha hecho por aumentar las desigualdades, bajo la escusa de los derechos universales que vociferaban en los templos de las Naciones Unidas y los congresos de partido. Hace poco leia el lema de una campaña de publicidad de una ong que decía: “sin igualdad no hay libertad”.  Recuperar la igualdad significa necesariamente ponerle coto al capitalismo.  Hasta aquí la mayoría estaríamos de acuerdo, mayoría que no esta representada en estos términos en ningún parlamento

Pero la enjundia de la declaraciones fundadoras de la modernidad esta incompleta incluso con el lema de la igualdad. Porque la auténticamente ausente es la fraternidad: sin fraternidad, el objetivo de la igualdad  queda lo suficientemente vacío de contenido como para supeditarse a la libertad.

Es pues la fraternidad el valor nuclear de un posible renacimiento, sin embargo su mandato parece más propio de una Religión que de un Estado, maxime si tenemos en cuenta el modo en que ambos conceptos se han opuesto a lo largo del camino de los últimos siglos.  La conclusión que propongo es doble: sin fraternidad no habrá una reconstrucción o renacimiento de la cultura occidental en sus mejores valores, pero sin Religión no hay Estado viable.  Más sin libertad la religión se convierte en dogma.  Así se cierra el ciclo, pero desde la fraternidad como núcleo reconstituyente.

Esta es precisamente una de las características de todo renacimiento: el humanismo; sea el humanismo cristiano en occidente, el humanismo confuciano-tao en el cosmos sínico.  La humanidad deshumanizada necesita fraternidad para renacer de sus cenizas. 

martes, 12 de febrero de 2013

Gobernanza o gobernabilidad

La gobernabilidad es la necesidad de hacer viable el ejercicio de gobierno de un pueblo, lo que requiere una  estabilidad minima para  decidir y ejecutar con rapidez las medidas precisas para conducir a una sociedad. La gobernabilidad en gran medida justifica los medios de esa estabilidad politica, encubrir la corrupción y la amoralidad sistemica puede ser entendida como un acto de responsabilidad, porque reduce la inestabilidad del modelo de democracia y de Estado que estamos viviendo.
El terremoto de desprestigio de todas las instituciones del Estado (magistratura, monarquia, parlamento que veta iniciativas populares) y de la "vieja" sociedad civil (partidos politicos, organizaciones patronales y sindicales, "universidades", Ongs, etc.), hace que se produzca una quiebra de la legitimidad misma de la idea de gobernabilidad.

Al minar los servicios que garantizaba el Estado de derecho de los acuerdos de la transición,  y la legitimidad que esgrimia como el fruto culmén y sacro de la historia y al síntesis contemporanea, el derecho mismo del Estado se deslegitima, se derrumba.
El reciente rechazo a la propuesta legislativa popular de dación en pago se justifica por parte del gobierno bajo los principios de la gobernabilidad: daria mal ejemplo y pondría en riesgo a la banca. Pero esta postura de responsabilidad lo que hace es extremizar aun más a una parte creciente de la sociedad que siente que la estabilidad es una escusa para conservar no solo el orden, sino los privilegios de la elites extractivas. Los conservadores encarnan el esperpento, los revolucionarios una esperanza.

En este escenario el caos social es un riesgo cierto.  Y a esto se agarran los conservadores para defender lo indefendible. Las instituciones del Estado, que se encastillan en su responsabilidad de estabilidad institucional, están recurrente y deliberadamente evitando la necesaria evolución de un modelo de democracia y de gobierno obsoleto, desprestigiado y vergonzante.

La gobernanza es un camino, no una revolución, un senda de democratización y de transparencia, de deconstrucción de un modelo obsoleto, y desbordado, y al tiempo de avance hacia modelos de mayor corresponsabilidad y participación ciudadana. Desmontar las actuales instituciones (ya se están derrumbando) para levantar nuevas prácticas. Más esto requiere afrontar sin miedo y con capacidad de emprendimiento una reforma de la Constitución que no debe esperar mucho tiempo.


Si nos fuéramos al extremo opuesto al actual modelo "institucional",  asimilable a un sistema asambleario,  la mayoría estaríamos de acuerdo, que en la práctica es un referente absolutamente ingobernable.  Nos lo demuestran los recurrentes conflictos y confrontaciones que se producen entre los movimientos de la izquierda más radical.  Lo asambleario imposibilita la gobernabilidad de la izquierda, cuando más la de un modelo de gobierno-país.  Hay términos medios,  pero el apego a la estabilidad y el miedo al caos, impiden abordar reformas profundas en tiempo y forma. Evitar una reforma profunda es contribuir a una espiral de extremización entre los revolucionarios (que crecen en numero con la erosion del Estado de derechos ) y los defensores de un modelo descompuesto (que se apiñan entre las elites extractivas conservadoras).

Hay miedo al caos, a la inseguridad jurídica, y ciertamente y para mucho, la evidencia de una perdida de privilegios que consideraban sagrados, e intrinsecos a su estatus.  Pero antes de llegar a la anarquia o al fascismo, aun hay muchos peldaños de caída, desde los que reconstruir las instituciones, y reconstruir la ciudadanía misma.

El consenso sobre las bases de gobernanza para reconstruir la constitución y las instituciones es dificil en un pais abruptamente dividido, en el que el centro politico esta mayoritariamente integrado por desapegados equidistantes, no por mediadores comprometidos. Además, en este momento la posición del centro institucional, los moderados, ya no sirve, porque el Estado mismo encarna una deriva conservadora.

Pero sin un amplio consenso, inimaginable en este momento, el camino inevitable de destrucción de la legitimidad del Estado y las Instituciones conduce, una vez más terrible fantasma de la recurrencia historica,  a un conflicto civil. La sociedad española esta tan dividida que el consenso para una profundisima reforma constitucional parece inviable.

En lo que si hay amplio consenso es en la necesidad de emprendedores, personas que frente a la crisis, sean capaces de asumir riesgos personales y colectivos, para crear nuevas empresas.   ¿Y por que no emprendedores politicos que nos ayuden a avanzar hacia una mayor gobernanza?. Necesitamos fluidez, riesgo y creatividad para pasar de un estado en descomposición a un Estado en regeneración. El punto de equilibrio es dificil.

Ninguna de las instituciones del Estado y de la Sociedad Civil se libra del desprestigio, como ninguna persona nos libramos de él, porque en mayor o menor medida somos corresponsables.  La mayoría lo somos en muy pequeña medida, y tanto menor cuanto menos responsabilidad hayamos asumidos en nuestros trabajos.   El desentendimiento de responsabilidades nos salva a muchos, pero no es este desapego de la politica la solución. La gobernanza necesita corresponsabilidad creciente de un numero creciente de personas.   A mayor responsabilidad, especialmente si es sin retribuir, seria razonable que mayor fuera la capacidad decisoria de los ciudadanos.  Este es el principio de la gobernanza-corresponsable. Y en este sentido debe enfocarse la inevitable reforma de la Constitución y de las Instituciones.  El 50% de la soberania debe radicar directamente en el pueblo, no en sus representantes, que se erigen en vacas sagradas y en elites extractivas. 50% de las bases del nuevo sistema deben ser de participación directa, sea via voto directo en los procesos legislativos, o mediante participación presencial en los procesos de gobierno local.

Mi posición es profundamente revolucionaria en lo institucional, pero desde una centralidad que entienda que podemos y debemos caber todos. Tanto la izquierda como la derecha tenemos en España mentalidad de cuco, de quedarnos con el nido iberico para gobernarlo a nuestro antojo. Esta escisión es difícil de restañar, sin perdón y sin ensayar un mestizaje profundo no hay posibilidad alguna de reconstrucción.  Y en este punto creo que un cristianismo de izquierdas podría ser un minimo común multiplo, o un máximo común multiplicador. Una profunda reforma de la iglesia puede ser una via para avanzar en este camino que desde dentro no podremos jamas ya resolver.

PD. El siglo XIX y el siglo XX no han dado vencedores claros, o incluso ha dado demasiado peso historico, a las fuerzas conservadoras y reaccionarias, tal vez como causa de los excesos e intransigencias por parte de los vectores revolucionarios y progresistas.  Y no lo digo desde la   equidistancia: mi posición politica es claramente de izquierdas, aunque las doctrinas de la santa madre izquierda no lo acepten.



lunes, 11 de febrero de 2013

Avanza convulso el siglo XXI

Avanza convulso el siglo XXI, contrastado, neurótico y psicotico, como lo es la propia civilización occidental, enfermiza cronica, envejecida y degenerativa.

En los aspectos materiales y sociales el sistema-mundo ha crecido con sus altibajos -ciclotimia psiquica colectiva- a lo largo de los últimos siglos, y se ha extendido geoculturalmente imparable, desde el inicio de la edad moderna. Pero en los aspectos intangible soy de la opinion que desde prácticamente el inicio del siglo XX, particularmente a partir del inicio de la decada de 1910, se produjo un particular giro materialista, tan atipico y enfermizo como practico y efectivo. Occidente midas.  La saturación de las consignas metafisicas del cristianismo, y las oportunidades reales de mejora en el plano historico y avocaron a un materialismo extremo, y a una etica desmoralizada y desmoralizante.

Tal y como a un bóvido se le puede seleccionar según la demanda cultural de un pueblo ganadero hacia la produccion de leche, carne o trabajo. Así las minorias intelectuales orientan a los pueblos. Nuestros abuelos, tras una contienda callada, dieron por vencedor al materialismo efectista surgido del mundo anglosajón. Cierto es que francia y alemania tuvieron su posibilidad y la perdieron por el intenso roce que producen las estrecheces europeas, y la intolerable soberbia de sus intentos imperiales.

Hay un blog  sobre economia, historia y filosofia que me parecen especialmente interesante y que sigo con cierta frecuencia, que argumenta con solvencia transdisciplinar las ineficiencias economicas, energeticas y sociopoliticas. Pero tambien lo hace desde un punto de vista material. La critica a la civilización occidental no solo debe ser social y politica, material al cabo, sino sobre todo espiritual. Sin un referente de trascendencia la centralidad del mundo hace del hombre un animal tiranizado por la materialidad historica.  

En el plano de las alternativas históricas concretas, sociales y materiales siento que la referencia son los llamados movimientos de transición que abogan por una recolectivización, desarrollo comunitario y los principios de la soberania alimentaria y energetica.  En lo colectivo el ser humano puede reducir los excrecencias del egoismo y egocentrismo, y permitir el florecimiento de una individualidad abierta a los demás. Siento que el personalismo, como fruto del existencialismo, sirve de base de minimos para construir un proyecto de trascendencia y de entrega prosocial.

Nada de todos estos referentes son suficientes por si mismo, pero la combinación en proporciones adecuadas de varios de ellos, pueden a dar la sociedad bases para reconstruirse, silenciosamente y en paralelo al descredito y la destrucción de las instituciones y consensos que han marcado la historia moderna.